Ibiza te permite buscar nuevos horizontes. Sube a Dalt Vila y deja que tus ojos descansen sobre el mar en espacios abiertos, bañados de azul. Mira hacia el cielo y observa cómo las nubes cabalgan sobre la silueta de la catedral. Baja hacia el puerto y contempla la salida de los barcos, cargados de ilusiones que se difuminan a lo lejos.
Olvida tu teléfono, las pequeñas cosas cercanas, el aquí y el ahora, todo lo que absorbe la energía y es inmediato y diminuto. Busca la amplitud y la distancia que te brinda un recorrido costa a costa, por ejemplo, entre Es Cavallet y Ses Salines o partiendo desde Platges de Comte.
Disfruta de la vista de un atardecer, desde la atalaya del Puig de Missa o las playas de Cala Hort o Benirràs. Dale a tus ojos un regalo: la posibilidad de mirar muy lejos, sin toparte con muros, asfalto o edificios.
Consigue una nueva visión del cielo, la naturaleza y el mar, que relaje tus sentidos y te aporte otras dimensiones del espacio y el tiempo. Huye de enfoques cerrados y juega en campo abierto a disfrutar de giros completos, sin vallas publicitarias, señales de tráfico o barreras.
Transporta tu eje a parajes naturales donde te rodean olivos y palmeras, montañas cubiertas de pinos, arena de la playa, campos de flores silvestres o un paisaje en el que se suceden islotes.
Deja que tu mirada encuentre relajación, aporte descanso a tu mente y te permita ver mucho más allá.