Definire la figura di Martorell è complicato: fu uno dei primi PR del mondo, propulsore della festa “Flower Power” alla discoteca Pacha, scrittore del romanzo Réquiem por Peter Pan e l’unica persona capace di riunire in una delle sue feste Anne Hathaway brindando con Valentino, intanto che Jon Kortajarena fa sospirare aspiranti al personaggio de La vecina rubia.
Carlos Martorell comienza la entrevista destacando el momento en el que abandonó la profesión de abogado, se separó de su familia y de toda una vida de comodidades en Barcelona, para llegar a la isla blanca del 68 y convertirse en un auténtico hippy de la época.
Un hombre inquieto y enamorado de Ibiza que, a pesar de haber vivido y trabajado en ciudades como Nueva York, París, Madrid o Barcelona, asegura que “los irrepetibles 60 y 70 en la isla me volvieron adicto a ella” y subraya que “era la época de Franco y aquí había una libertad increíble que no se entendía”.
Le pedimos que nos explique aquella Ibiza y nos describe “el grupo de gente impresionante que vivíamos en una isla virgen y nudista. Era gente guapísima, gente hippie y cosmopolita, nos sentíamos como una gran familia en la que podíamos hacer lo que quisiéramos”. “La isla era nuestra”, concluye.
50 años después Martorell se despierta con vocación de periodista, de fotógrafo, de publicista, de estilista, de relaciones publicas y, sobre todo, de embajador promocional de Ibiza, tal y como podemos ver en su documental ‘Carlos Martorell polifacético’. Le preguntamos qué es lo que más le gusta de su amplio trabajo y descubrimos que le fascina la creatividad: “en todos mis eventos pongo shows muy divertidos, me gusta diseñar las invitaciones, dirigir la decoración e incluso controlar los cáterin. Al final me gusta todo lo que sea crear”.
En esta línea, le consultamos a tenor de su colaboración con Pacha en la fiesta “Flower Power” y nos cuenta cómo “hace 39 años Piti Urgell inventó esta increíble fiesta y para tener éxito me pidió que la promocionara y que en 1999 creara su fiesta VIP, que se hace solo una vez al año”. Pero ¿cuál es la receta de esta cita para que nadie quiera perdérsela? Él desvela que, de todos, este evento es el que más trabajo le da, “más que cualquiera que he hecho para grandes firmas de moda internacionales, aquí entrego todas las invitaciones personalmente y tardo un mes en recorrerme todas las direcciones, porque nadie tiene código postal, llamo a los invitados y ellos me explican dónde viven, después me llaman para confirmar y para decirme con quién van acompañados”. “Es el momento más crítico, porque para que la fiesta sea un éxito tengo que ponerme muy serio, decir ‘no’ muchas veces y eso nunca me gusta hacerlo”, afirma. Cuando le consultamos sobre la figura que no ha logrado atraer a esta fiesta caracterizada por la música y por la estética de los años 60 y 70, asevera sin dudar que “a Bob Dylan, me haría especial ilusión, dicen que me parecía mucho a él cuando era joven”.
Dejamos de un lado los eventos para preguntarle qué es lo que le gusta de la Ibiza de ahora y nos sorprende con que “sigue siendo para mí su mar, siempre he sido un verdadero amante de las aguas de la isla, yo me paseaba a caballo por las playas, solo y en taparrabos”. “El mar es importantísimo aquí y debemos cuidarlo y protegerlo como se merece”, advierte.
Para concluir esta entrevista, Martorell destaca que echa de menos cómo antes “podíamos enseñar la isla a famosos de todo el mundo e incluso a miembros de las familias reales”. “Ahora la isla es mundialmente conocida, no necesita que se la descubran a nadie, cualquiera puede entrar en internet y saberlo todo de ella”, comenta. Además, explica la evolución que ha vivido la isla, para bien y para mal: “Ibiza ha cambiado mucho, yo conocí una Ibiza pobrísima, el ibicenco iba con una Mobylette podrida, en una bicicleta o con un carro y con un burro, ahora los ibicencos van con un Ferrari”. Aún así sentencia que “aunque económicamente hay muchos ibicencos que se han ganado la vida muy bien, también hay otros que, por mucho patrimonio que se haya generado en la isla, han salido perdiendo” y se reafirma en la idea de que “la isla ha ganado mucho dinero y esto es lo positivo, mientras no se pretenda llevarla por un mal camino”.
Nos despedimos de Carlos Martorell desde su casa, ubicada en una de las calles empedradas de Dalt Vila, en el centro de la ciudad de Ibiza y protegida por sus murallas milenarias, donde recuerda una apreciación que hizo el Rey Juan Carlos en el año 80 mientras se despedía de las autoridades en una visita de Estado, “él dijo al poner un pie en avión, aquí ni un ladrillo más”. Para este polifacético relaciones públicas esa premisa, la que aboga por no esquilmar la isla, es la carta del futuro de una Ibiza que espera siga deslumbrando a quienes la visiten durante los próximos 50 años.