La ciudad de Eivissa mira hacia el mar y también hacia la acrópolis. La fortaleza de Dalt Vila está integrada en la vida cotidiana de sus gentes, desde el desayuno a las compras pasando por las copas, y constituye el marco incomparable de los grandes eventos artísticos, sociales y culturales de la isla. La muralla renacentista está constituida por siete baluartes. El de Sant Pere, también llamado Es Portal Nou, es una de las entradas al recinto, junto al parque Reina Sofía. En este acceso se colocaban los soldados para hacer frente a los enemigos y hoy en día es escenario incomparable de conciertos al aire libre.
Otra puerta de acceso a Dalt Vila es el Portal de ses Taules, donde se ubica el espectacular patio de armas y, a continuación, la Plaça de Vila, llena de coquetos restaurantes, galerías de arte y tiendas de artesanía, rodeadas por un marco de piedra que respira historia por todas las grietas. Siguiendo el ascenso, se encontrarán con la calle de Sa Carrosa, desde donde podrán acceder al baularte de Santa Llúcia, que acoge el antiguo polvorín, que data del siglo XVIII. Es otro lugar fantástico para contemplar la maravillosa vista del puerto de Eivissa y la bahía. A mitad de camino encontrarán una estatua de bronce sentada en un banco. Se trata de don Isidor Macabich, sacerdote e historiador que profundizó como antes nadie había hecho en las raíces del pasado de la isla. Desde su actual enclave, saluda a los visitantes y les invita a hacer un alto en el camino para mirar alrededor y saborear el legado histórico y cultural de Ibiza.
Todo el recorrido está señalizado. El tramo de muralla que va desde este baluarte al de Sant Jordi pasa por la Ronda Calvi, donde pueden observar restos de la antigua muralla musulmana desenterrados por los arqueólogos. El siguiente baluarte, el de Sant Bernat, ofrece una vista sin igual hacia Formentera y Ses Salines, desde donde la artillería se preparaba para la defensa de los ataques marítimos. Justo debajo, se encuentra el túnel de Es Soto Fosc, un pasadizo que conduce fuera del recinto. El Baluarte de Santa Tecla está ubicado al Este de la Catedral y desde ahí continúa un breve tramo de la muralla que acaba confundiéndose con el acantilado, que hace las veces de muralla natural y de privilegiado mirador hacia el mar. Debajo del revellín existe un túnel que conduce hasta el Ayuntamiento de Eivissa.
Continuando el recorrido se llega al baluarte de Sant Joan, que fue adaptado en los años 60 como nueva entrada a Dalt Vila también para vehículos, aunque sólo tienen acceso hasta allí los residentes residentes y los clientes alojados en los hoteles de la zona. Es necesario disponer de una tarjeta que concede el Ayuntamiento para entrar con coche.
La construcción de la muralla renacentista de Eivissa se inscribe dentro del plan de modernización de las defensas costeras del Mediterráneo, impulsado por Carlos I y Felipe II para mantener y defender los territorios de la Corona española en una época de conflictos bélicos con Francia y el imperio otomano.
Cuando los piratas turcos y berberiscos entraron en declive y la isla dejó de ser el blanco de nuevos ataques, la acrópolis quedó en pie para la posteridad como testimonio de aquella época y hoy es Patrimonio de toda la Humanidad, por declaración de la Unesco.