La isla de Ibiza siempre se ha envuelto en un cierto halo de misticismo. La mezcla de culturas que ha poblado sus tierras ha creado una miscelánea de tradiciones y saberes de los que todavía hay representaciones. La Cueva de Es Culleram, situada a 150 metros sobre el mar en Sant Vicent de sa Cala, alberga el mayor santuario de la isla al que siguen acudiendo miles de personas para adorar desde tiempos ancestrales a la diosa Tanit.
Tanit es la deidad más importante de la mitología cartaginesa y honra la fertilidad y la luna. Este santuario, que es el más grande que se ha encontrado dedicado a esta diosa en el Mediterráneo, cuenta con tres zonas: una exterior, donde se llevaban a cabo los sacrificios, una parte central donde estaba la diosa y una última, la más profunda, donde se depositaban las cenizas de las consagraciones.
Este santuario, descubierto en 1907, acogía 600 esculturas de terracota completas y más de 1.000 cabezas y fragmentos de otras, la mayor parte representando a Tanit con forma de figura femenina acampanada. Actualmente se encuentra abierto al público y su acceso es gratuito.
A día de hoy esta deidad continúa viva en multitud de representaciones de barro o joyas de toda índole, que se venden en distintos rincones de la isla, elaboradas por artesanos alfareros o, con especial relevancia, en muchos puestos del Mercadillo de Las Dalias.
El Museo Etnográfico de Puig des Molins, en Ibiza, alberga el busto más antiguo de esta diosa encontrado en la isla y toda su información, pero en la sociedad ibicenca es posible palpar lo arraigada que está esta figura. Tanto con el nombre de Tanit para mujeres de todas las edades, como por la presencia de su figura en premios, logotipos o comercios.
Cuenta la leyenda que Ibiza fue considerada una isla idónea por los cartagineses puesto que en su territorio no había animales ponzoñosos, era fácil de atracar por mar y también de conquistar. No obstante, en sus primeras expediciones a la isla blanca, les azotaron varios días de tormenta y las tierras rojizas de la isla tiñeron el mar de rojo, lo que les recordó los rituales de baños de sangre de Tanit. Una razón por la que, tal y como afirma el ideario popular, tomaron esto como un signo de buen augurio e iniciaron su culto en la isla.