Ibiza está rodeada por un total de 62 islotes y algunos de ellos por su ubicación, tamaño o características merecen una mención especial. Alguna de estas superficies de tierra firme guardan en su historia leyendas o incluso subespecies de lagartijas únicas en el mundo, además de una flora y de una fauna autóctonas dignas de ser protegidas y destacadas. Otras forman parte de reservas naturales por lo que está prohibido pisarlas y todas, eso sí, son parte de la belleza de la costa ibicenca y protagonistas de miles de instantáneas cada verano. En este artículo se repasan algunas de ellas para conocer un poco más sobre la geografía ibicenca.
Tagomago: este islote que se encuentra frente al municipio de Santa Eulària des Riu, tiene una longitud de 1.525 metros y 113 metros de anchura. Está considerado Zona de Especial Protección para las Aves y tipificada como Lugar de Interés Comunitario. Se trata de una isla montañosa que cuenta con una gran cantidad de acantilados y con algunas pequeñas calas poco frecuentadas. Posee un faro, que data de 1913, una gran casa y un pequeño puerto.
Ses Margalides: se trata de un conjunto de islotes situados al noroeste de la isla, frente al litoral acantilado de Ses Balandres, cerca del pueblo de Santa Agnès de Corona. Están ubicados enfrente de un área escarpada y con pendientes, cuajada de pequeñas calas y con multitud de cuevas. Es una zona especialmente recomendable para practicar buceo y ver a especies como los esfirenos, más conocidos como “barracudas”, un género de peces carnívoros de aguas profundas, que atacan a sus presas con gran rapidez.
Ses Bledes: este pequeño archipiélago debe su nombre a las plantas que lo cubren, similares a las acelgas (“bledes” es el nombre catalán de acelgas), pero no son comestibles. Su mayor tesoro está bajo el agua, ya que es uno de los puntos de paso de los cetáceos del Mediterráneo Occidental. De todos los islotes que lo componen, solo cuatro cuenta con vegetación, aunque en todos vive una subespecie de lagartija endémica de las Islas Pitiusas.
Es Vedrà y Es Vedranell: sin duda son los más conocidos de entre todos los islotes que rodean la isla de Ibiza. Con casi 400 metros de altura y situado a 2 kilómetros de la costa, Es Vedrà emerge frente a Cala d´Hort creando fascinación entre visitantes y residentes. Existen múltiples leyendas que rodean a este gran islote, desde que forma parte de un particular triángulo de las Bermudas en el Mediterráneo, que cuenta con una radiación magnética similar a la de las piedras de Stonehenge, las Pirámides de Egipto o las estatuas de la isla de Pascua; o que desde su cima se han podido observar avistamientos de objetos voladores no identificados y de otros tantos submarinos. Cuentos o teorías a parte, se trata de un espacio protegido, propiedad de cerca de 30 familias de la isla, habitado en la actualidad por algunas cabras y donde llegó a vivir, a mediados del siglo XIX, el misionero carmelita Francisco Palau durante algunos periodos de meditación. Es Vedrà y es Vedranell son el hogar, además, de una subespecie de lagartija endémica de Ibiza de color azul intenso y cuentan, además, con una flora única. Forma parte de la Reserva Natural de Es Vedrà, Es Vedranell y los islotes de Poniente.
S’Espartar: forma parte de la misma reserva natural y también aloja una especie de lagartija endémica con un tono azulado además de numerosas aves, como por ejemplo la gaviota de pico rojo. Es un terreno árido y rocoso, pero en él crece la planta de la que se hace el esparto y que se utiliza para elaborar cuerdas y cordeles, destinados al uso agrícola, cestería, sombreros y el calzado tradicional de las Islas Pitiusas: las “espardenyes”. Durante el verano los artesanos se desplazan a este islote, siempre con una autorización especial, para recolectar hojas de esta planta y extraer su fibra. También es un lugar recomendable para los amantes del buceo ya que en su fondo rocoso habitan pulpos, morenas y dentones.
S’illa des Bosc: Se trata del islote más cercano de Ibiza a tierra firme y también del más discreto de cuantos conforman la Reserva Natural de Es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Poniente. Tiene unos 66 metros de altura y una remarcable formación rocosa bajo el agua que se extiende hacia sa Conillera. Su nombre proviene de un antiguo bosque de sabinas que ya no existe.
Sa Conillera: este islote está situado frente a la Punta d’en Rovira y se ve desde Platges de Comte. Sa Conillera es el islote más grande de los que rodean la isla de Ibiza, con una extensión de unas 100 hectáreas y casi 70 metros de altura máxima. Posee un faro que data del año 1859, el único que ha llegado a estar habitado, e indica el paso entre Ibiza y la Península, por lo que es muy importante en la navegación de esta zona.
Sa Ferradura (Isla Murada): se encuentra en la Bahía de Sant Miquel de Balansat y consta de 6 hectáreas, entre las cuáles se erige una mansión privada. En 2006 esta isla fue reconocida como la isla privada más cara del mundo por la revista Forbes y en el pasado fue refugio de piratas. Está unida a la isla de Ibiza por una playa, conocida como Es Pas de s’Illa, y en ella habita una subespecie de lagartija llamada ‘lagartija muradensis’.
S’illa de ses Rates: este islote se encuentra ubicado frente a la playa de Ses Figueretes. Actualmente acoge instantes mágicos como el lanzamiento de los fuegos artificiales de las fiestas locales de Ibiza, pero en el pasado era abrigo de barcos pirata que esperaban el momento para atacar.
Algunas de estas pequeñas formaciones rocosas son objeto de miles de imágenes y son famosas en todo el mundo, aunque no siempre se conozcan sus nombres, como es el caso del Cap Bernat (una roca con forma de “dedo” ubicada frente de la playa de Benirràs) o del islote de Punta Grossa, situado en el norte de la isla y que se erige delante de un faro abandonado. También es destacable la belleza del islote s’Illot des Canaret, que forma parte de una de las calas escondidas más bonitas de la isla.