El invierno en Ibiza también se tiñe de blanco durante los meses de enero y de febrero, pero no es por la nieve, sino por la floración de los almendros. Este espectáculo de la naturaleza cubre de un manto blanco varias partes de la geografía isleña ofreciendo excursiones únicas para disfrutar de este momento.
El Pla de Corona, la zona de Benimussa o casi cualquier zona del interior de la isla, son los lugares perfectos para comenzar un paseo que se ha convertido en una auténtica tradición imprescindible para residentes y turistas. Los almendros en flor generan un auténtico peregrinaje hacia las zonas donde hay más densidad de estos árboles, con el fin de admirar las vistas de sus campos verdes y una estampa donde predominan las flores blancas con tonos rosados.
Un picnic, un paseo que termine en Santa Agnès de Corona, donde disfrutar de un menú a base de buenas carnes o de tortilla de patatas en los restaurantes del lugar, o participar en las excursiones guiadas que se organizan los primeros meses del año son algunas formas diferentes de conocer la isla blanca.
El invierno en Ibiza tiene temperaturas suaves y planear actividades al aire libre es un gran acierto para que toda la familia disfrute de un momento agradable.
El Pla de Corona ofrece, además, una ruta cicloturista de aproximadamente 11 kilómetros en llano, accesible para todo el mundo.
Esta zona del campo ibicenco, salpicada por construcciones de arquitectura tradicional y cultivos autóctonos, es una forma magnífica de conocer el interior de la isla en su momento de mayor esplendor.
En esta excursión también se puede admirar una de las vistas más sobrecogedoras de la isla, la del acantilado que se conoce como Les Portes del Cel o Sa Penya Esbarrada y desde donde se pueden ver los islotes de Ses Margalides, que en invierno pueden mostrar incluso a delfines surcando el horizonte.