Ibiza es un lugar con estilo propio que incita a la imaginación y que transmite calidez gracias a la luz que la baña durante todo el año. Cualidades que se reflejan tanto en su arquitectura como en la decoración interior y exterior de sus edificaciones.
Dichas construcciones buscan integrarse con el ambiente a través de formas sencillas y prácticas que respetan el entorno y ensalzan la belleza de lo natural. El método de edificación de las casas ibicencas ha pasado de generación en generación con estas premisas. Las paredes gruesas y encaladas que las protegen del calor y de la humedad, la piedra tradicional de la isla o la madera de sabina reflejan un estilo arquitectónico muy similar al que se usaba hace más de 3.000 años y que ha inspirado a su vez una forma de decoración rústica y sencilla.
Esta forma de vestir el interior de sus hogares, al igual que la moda Adlib, se ha actualizado en los últimos 50 años ahondando en la libertad y en el buen gusto con la fusión entre elementos naturales y tradicionales, combinados con la esencia hippie que caracteriza a la isla. Así a los muebles de madera de sabina, cortinas de fino algodón y lino, antiguas garrafas de aceite “damajuana” con flores de la isla “siemprevivas” o alfombras de esparto, se les suman hoy piezas inspiracionales propias de otros países como futones, cabeceros étnicos tallados, lámparas de ratán, espacios chill out, cuadros coloristas o sofás blancos de obra. El minimalismo y el respeto por los entornos es, eso sí, otra de las premisas de este estilo propio de los hogares ibicencos en los que conviven la ausencia de elementos con una dinamicidad y creatividad particulares.
En las casas de la isla cobran un especial protagonismo, además, adornos naturales como sus paredes de piedra, sus aromáticas vigas de madera de sabina, los antiguos comederos de ganado o las canalizaciones de agua o baldosas de barro. Esta decoración tan mimetizada con la naturaleza, armoniza a la perfección con estampados de influencia árabe, étnicos, florales o geométricos.
También son característicos tejidos como la lana y el lino, así como la decoración con piezas realizadas en fibras naturales como el esparto en los cestos o capazos de todo tipo, que le otorgan un toque rústico característico. Y si hablamos de colores, los que más destacan son el blanco, los colores tierra y, por supuesto, el azul o los turquesas que aportan frescura y recuerdan la esencia Mediterránea.
Por último, tampoco pueden faltar en una casa payesa enseres artesanales o aperos de labranza, decoración vintage y muebles de obra, integrados de manera natural en la propia construcción, así como arcos en las puertas, tanto en el interior como en los porches.
Y es que la decoración ibicenca destaca por saber aunar de forma perfecta entre el estilo hippy más colorista con la originalidad y el toque rural propio de la isla. El resultado es un ambiente luminoso que transmite paz, naturalidad y sencillez y que es copiado ya en todo el mundo.