El noble arte de dar vida a vasijas y a todo tipo de recipientes o esculturas ha sido siempre una parte fundamental de la cultura e historia de Ibiza. Las piezas que se conservan desde tiempos inmemoriales son el testimonio de una isla desconocida para muchos y que hoy vuelve a estar más en boga que nunca: la Ibiza más rural, orgánica, natural y artesanal. No en vano cada año se encuentran en el mar piezas de cerámica de notable antigüedad que se notifican al Museo Arqueológico de Ibiza (MAEF), para su estudio y que es importante que sean exclusivamente extraídas por expertos para que no se dañen, ya que se trata de elementos muy valiosos o delicados. Este verano, de hecho, pudo hallarse en una cala ubicada entre la playa de Ses Salines y la Torre de Ses Portes, una ánfora ibicenca de la época púnica de más de 2.000 años de antigüedad, que se utilizaba para transportar el vino y que ya se encuentra en este espacio que os recomendamos visitar.
Y es que si partimos desde este Museo podremos ver cómo la influencia de las antiguas culturas que durante siglos poblaron la isla, está muy presente en las piezas que todavía se crean hoy. Una miscelánea del paso de culturas en el que púnicos, romanos y árabes se dieron la mano provocando una profusión de colores, de deidades, de motivos y de dibujos que aportan una gran riqueza a los platos, vasos o jarras que pueden adquirirse para su uso, así como a las esculturas llamadas a decorar todo tipo de espacios.
Los ceramistas considerados como los grandes maestros de la alfarería en Ibiza: Joan Planells “Daifa”, Toni Marí Frígoles o Luís Amor, elevaron este oficio a un arte y representan tres casos de hombres autodidactas y hechos a sí mismos. Joan Planells, más conocido como “Daifa”, nació en 1907 en el seno de una familia payesa y comenzó a trabajar extrayendo arcilla delante del cementerio viejo de Ibiza. Conocedor de la alfarería y de su material prima, “Daifa” fue un visionario y un hombre de su época que supo adaptarse a los cambios de la sociedad para crear piezas que son consideradas hoy verdaderas joyas.
“Daifa” hizo que un oficio que nacía de la necesidad de construir recipientes de barro para un uso convencional, mutase hasta convertirse en una forma de vida y en una pasión desmedida por crear belleza a partir del barro. Un amor que transmitió a su pupilo, Toni Marí Frígoles, y que este a su vez contagió a su hija María José Marí Bufí, quien ha seguido sus pasos creando verdaderas joyas en su propio taller, donde da vida a parejas de payeses con su particular toque de innovación, así como a bustos de la diosa Tanit que pinta en tonos ocres, verdosos o plateados. Reproducciones de objetos cotidianos de la época púnica, miniaturas de estrellas, caballitos de mar, erizos, hojas o conchas destinados a convertirse en pendientes, son otras de las creaciones de María José para quien el trabajo de su padre ha sido siempre su inspiración.
Toni Marí Frígoles, caracterizado por su eterna sonrisa, ha dado vida a un gran número de botijos, de lámparas y terracotas púnicas que tanta fama le han granjeado.
En el caso del artista asturiano Luis Amor, las pinturas a las que comenzó a dar vida en la isla en 1974 mostraban a mujeres payesas estilizadas protagonizando cuadros o postales que más tarde cobraron vida para trasladarse a la cerámica en forma de una serie de esculturas que han sido desde entonces muy imitadas en Ibiza.
Gracias a todos ellos hoy los términos color, originalidad y artesanía definen una tradición propia de la cerámica ibicenca que es toda una institución en mercadillos artesanales como el de Sant Rafel de Forada.