Pocas siluetas representan mejor la esencia de Ibiza que la de los “llaüts”, las tradicionales embarcaciones de madera surcando sin prisa las cristalinas aguas de la costa. Utilizada siglos después como embarcación de recreo, su conservación constituye el mejor homenaje al noble trabajo de pescadores y de los “mestres d’aixa”.
Hay experiencias que se quedan para siempre en el alma de quien tiene la suerte de vivirlas. Sobre todo, si son tan poéticas como la de descubrir la Ibiza más desconocida a bordo de un “llaüt”, la barca tradicional de la isla que, cinco siglos después, sigue siendo una de las obras de artesanía más bellas que surcan el Mediterráneo.
A pesar de haberse convertido en una combinación perfecta de tradición, cultura, gastronomía y naturaleza, pocas estampas recuerdan más a Ibiza que la de esta barca artesanal de madera navegando por sus aguas cristalinas, mientras los vientos salinos y la fragante flora de su litoral completan un cuadro cuyos matices son solo comparables con los de las piedras preciosas.
Porque antes, mucho antes de que yates, catamaranes y suntuosos veleros acabaran recalando en sus tranquilas aguas, los “llaüts” ya formaban parte de la silueta de playas, muelles y puertos, como barca de pesca de arrastre tradicional y también como medio de transporte en la isla.
Con una robusta constitución de madera de árboles locales como el pino, el almendro o el algarrobo, esta joya de la tradición marítima ibicenca tiene sus orígenes la Edad Media y debe su nombre al laúd, el instrumento de cuerda y madera con el que sus creadores vieron cierta similitud.
Cuenta con una eslora de ocho metros de media, sostiene tres mástiles y puede alcanzar los siete nudos. Pero si hay algo que llama la atención de su figura es la vela latina, un ancestral aparejo que otorga a esta embarcación cierta semejanza con las falúas egipcias que navegan por el Nilo.
Aunque en Ibiza se ha utilizado principalmente como herramienta de trabajo para pescadores y como transporte de viajeros de un lado a otro de la isla, su uso originario fue como barca auxiliar de embarcaciones de mayor eslora y calado, empleándose también para usos tan variados como el contrabando, barcos correo o de línea entre Ibiza y Formentera, con una labor muy similar a la que realizan los ferris en la actualidad.
“Mestres d’aixa”, un oficio en extinción
Detrás de estas joyas del patrimonio náutico ibicenco se encuentran los “mestres d’aixa” o los carpinteros de ribera, un oficio tan antiguo en la isla como los propios “llaüts”. Ellos eran los encargados de utilizar maderas autóctonas para su elaboración, que se alargaba durante varios meses. Hoy, el número de “mestres” ha descendido notablemente y su dedicación se centra sobre todo en la restauración de ejemplares antiguos.
Aunque su esencia se mantiene, en la actualidad la forma ha variado sustancialmente y podemos encontrar modelos más modernos de “llaüts” que le han añadido cabina y motor y que, a diferencia de los antiguos, se fabrican con nuevos materiales como la fibra de vidrio, mucho más económica que la madera tradicional y cuyo uso se empezó a extender en Ibiza en los años 60.
A día de hoy aún es posible ver por el litoral a familias de pescadores utilizando esta joya de la artesanía local y, a pesar de que su fleta merma a la velocidad de sus artesanos, aún existen algunos perfectamente conservados que se pueden alquilar, con todo tipo de comodidades, para disfrutar de la inolvidable experiencia que supone recorrer la isla cala a cala, tal y como hacían los ibicencos hace décadas.
Sus dimensiones y su fácil manejo lo convierten en la embarcación perfecta para acercarse a las playas más inaccesibles y bellas y bañarse mientras hacemos snorkel en sus aguas turquesas o buceamos entre morenas, pulpos y peces.
Y cuando pensábamos que no había nada más maravilloso que recorrer la isla a bordo de un moderno yate a motor, un tesoro de madera ibicenco enmarcado en un escenario tan arrebatador como idílico nos recuerda que a veces la mejor forma de conocer un lugar es rendir homenaje a sus tradiciones y a sus gentes del mar, fieles guardianes de este bello y único patrimonio de la humanidad.