En la isla de la música, los instrumentos musicales propios de la cultura popular confieren una sonoridad única y característica al folclore ibicenco. La base musical de la isla son la percusión y el viento, y la madera es la materia prima de la que salen los ingenios que acompañan con sus notas los bailes tradicionales, las celebraciones religiosas y las fiestas. El tambor, la ‘flaüta’ y las castañuelas son instrumentos sencillos, de fabricación artesanal y cuya delicada elaboración los convierte en verdaderas piezas de arte.
El tambor, instrumento encargado de dirigir los tiempos de las melodías, se fabrica con madera de pino, que debe ser talado durante la luna vieja de Navidad, de julio o de agosto. Cada tambor debe medir unos 20 centímetros de alto y de ancho. Una vez cortado el tronco, se vacía el interior dejando una pared de unos cinco milímetros conocida como ‘riscla’ y que suele ir decorada con motivos vegetales y formas geométricas. Las membranas son de piel de cabrito, cordero o conejo, tienen forma redonda y van cosidas a la madera. Este instrumento se sostiene colgado del brazo gracias a un asa de cuero cosida en un lateral del tambor y para que suene se utiliza un ‘tocador’ fabricado con madera de adelfa.
El ‘sonador’ que toca el tambor se encarga también de hacer sonar la ‘flaüta’, instrumento de viento fabricado con madera de adelfa vaciada, y que tiene únicamente tres agujeros. Al igual que el tambor y las castañuelas, el cuerpo de la ‘flaüta’ suele estar grabado con diferentes motivos a modo de decoración. Su particular sonido, que depende de la intensidad y la colocación de los dedos en los tres agujeros, marca la melodía en los bailes tradicionales o en las fiestas en las que están presentes los ‘sonadors’. Las melodías de la ‘flaüta’ se conocen como ‘sonades’ o ‘gaites’.
Uno de los instrumentos musicales que más llama la atención son las castañuelas, útiles de gran tamaño y particular sonido y que están presentes en cualquier demostración folclórica de la isla. Cada castañuela está formada por dos tapas fabricadas con madera de enebro unidas por una pieza de madera en la parte superior conocida como ‘badall’ y cuya función es separar las dos mitades de la castañuela y facilitar su movilidad para que suenen. Su gran tamaño hace de ellas unas de las castañuelas más grandes del mundo ya que cada una de ellas mide entre diez y quince centímetros de largo. El instrumento se ajusta a las manos de los músicos con unas cintas rojas llamadas ‘vetes’.
La mayoría de melodías populares ibicencas tienen que ver con los bailes tradicionales cuyo ritmo está marcado por los toques de tambor que se acompañan de las ‘flaütes’ y de las castañuelas. Estas composiciones se diferencian claramente de las melodías que han sido compuestas para ser incluidas en las celebraciones religiosas, las ‘sonades de missa’ o en celebraciones familiares o de amigos, las ‘xacotes pageses’.