Calzado, cestos, cortinas, alfombras, fundas para botellas…la artesanía ibicenca tiene en el esparto una de las principales materias primas para la elaboración de utensilios y productos propios de la vida cotidiana insular. La artesanía con esparto se remonta en la isla a la época romana cuando los honderos ya utilizaban esta planta para construir sus instrumentos de defensa. La tradición se ha mantenido a lo largo de los siglos gracias a la labor divulgativa de artesanos expertos en esta materia.
El esparto es una hierba que puede llegar a medir un metro de altura y cuyas hojas son especialmente duraderas cuando llegan a su maduración en los meses de verano, convirtiéndose así en un material consistente a la vez que moldeable. Esta planta crece en climas calurosos y en terrenos áridos y pedregosos como en el islote ibicenco cuyo nombre, S’Espartar, es la clara referencia a la abundancia de plantas que durante siglos han servido de materia para los campesinos ibicencos.
S’Espartar forma parte de las reservas naturales de Es Vedrà, Es Vedranell y los islotes de Poniente por lo que para poder recolectar el esparto que crece en la isla es necesario solicitar un permiso especial. A pesar de que la cultura artesanal del esparto ha quedado reducida actualmente a una limitada producción manual que trata de sobrevivir a técnicas más modernas y efectivas, S’Espartar sigue siendo un enclave ineludible para aprovisionarse de este material natural muy apreciado por su resistencia.
Dicen los expertos que, en este islote, las hojas de esparto tienen una esencia que las hace especiales. Las plantas adquirían su estado óptimo de recolecta en los meses centrales del verano, julio y agosto. Era entonces cuando, al amanecer, los campesinos partían en sus ‘llaüts’, pequeñas embarcaciones tradicionales de madera, hacia la isla para la recolecta que debía hacerse durante las horas más tempranas del día, evitando así las altas temperaturas del mediodía.
Tras la recolecta, las hojas se almacenaban a salvo de humedades durante una semana y después se debían ablandar durante cuarenta días en el mar, metidas en sacos con alguna roca pesada encima. Una vez finalizado este proceso, las hojas se dejaban secar y se preparaban para poder trabajarlas con precisión hasta elaborar verdaderas filigranas.
Tradicionalmente, con esta fibra natural se realizaban cuerdas y cordeles para uso agrícola, espuertas, cestos, o alpargatas, entre otros muchos objetos de decoración o de uso diario. Con las hojas de esparto en crudo se elabora la ‘llata’, una trenza ancha de hojas formada por ramales, tantos como se desee, siempre que el número sea impar. Lo habitual en el caso ibicenco es que la ‘llata’ tenga entre 13 y 19 ramales y que suele ser más ancha que la que se fabrica en otros entornos del mediterráneo.