Tradicionalmente, la gastronomía es una de las principales señas de identidad de un pueblo. Los platos típicos y característicos, cocinados año a año resistiendo el paso del tiempo, son elementos indispensables para descubrir y valorar la cultura transmitida de generación en generación hasta la actualidad. La tradición culinaria de Ibiza incorpora a su carta preparaciones dulces y saladas que merecen la pena degustar y disfrutar. En todas ellas, un elemento en común, la base de producto local que marca la propia evolución de los platos.
La llegada de la primavera y el buen tiempo suelen acompañar la celebración de la Semana Santa. Durante la Pascua, las cocinas ibicencas se llenan de olor a menta y anís, de intensas tonalidades amarillas de los huevos payeses y del blanco frescor que desprenden los quesos producidos en casa. Estos son los ingredientes básicos del ‘flaó’, un dulce con historia que tradicionalmente se servía el Domingo de Pascua, pero que en la actualidad se puede consumir durante todo el año.
La historia de este pastel de queso impregnado de olores y sabores se remonta al siglo XIII, con la llegada de las tropas catalanas a la isla a la que llegaron para instalarse y poner fin a una larga etapa de presencia musulmana. Su nombre procede del término latín ‘flado’ que aparece documentado por primera vez en el año 587 para referirse a una masa de harina rellena de queso y huevos. Lo que distingue al ‘flaó’ ibicenco de otras producciones similares que encontramos en el arco Mediterráneo es la presencia de hierbabuena en el relleno, una de las muchas mentas presentes en los jardines ibicencos, y que le confieren ese toque único de autenticidad tan apreciado.
El secreto del ‘flaó’ está en la calidad de la materia prima utilizada para su elaboración: queso fresco payés de cabra y oveja y el cariño y la paciencia necesarios para lograr el punto justo de la masa, la principal dificultad que esconde esta elaboración culinaria. Solo la experiencia y la mezcla de cantidades justas garantizan el punto exacto de la base del ‘flaó’ en cuya elaboración hace falta poner todos los sentidos y dejar después que el horno (a ser posible de leña) despliegue todo su potencial sabor.
Como ocurre en todos los platos de la cocina tradicional ibicenca, no existe una única y verdadera receta de ‘flaó’ sino que existen tantas como hogares se encargan de su elaboración y cuyos secretos han ido pasando de generación en generación. La calidad, la textura y la humedad del queso utilizado en cada pastel marcará el resultado final de este postre cuyas características lo convierten en un claro ejemplo de plato fusión que ha ido integrando el legado de las diferentes culturas que han pasado por la isla a lo largo de toda su historia.