Bañarse en la playa de Ses Salines rodeado de famosos, salir de marcha por Pacha o Ushuaïa, dar un paseo por la ciudad amurallada de Dalt Vila, visitar el mercadillo de Las Dalias o ver atardecer desde el Café del Mar, son algunos de los planes casi obligatorios en cualquier escapada a Ibiza que se precie, pero las opciones que ofrece la isla son casi infinitas si lo que buscamos es vivir unas vacaciones diferentes y descubrir rincones paradisíacos.
La Ibiza que vemos en las revistas, la que solo unos pocos descubren, está al alcance de cualquiera y la mayoría de estos planes no suponen un atentado contra el bolsillo. Las playas que más visitantes acogen son las de Ses Salines, Platja d’en Bossa, Platges de Comte, Cala Tarida o Benirràs, pero existen pequeños tesoros que merece la pena visitar como S’illot des Renclí, en Sant Joan de Labritja, una pequeña calita de piedras y de arena que tiene todo lo necesario para ganarse un hueco entre nuestras fotos más pintorescas. Otras como Es Pas de s’Illa, Cala Llentrisca o Es Canaret, están en el ranking de las más desconocidas a pesar de su belleza y, sobre todo, de su anonimato.
Cambiar el tradicional mercadillo de Las Dalias por el de Sant Jordi, donde pueden adquirirse verdaderas gangas, bailar al ritmo de la música de otras décadas en la fiesta de Hard Rock Children of the 80´s, cuya entrada es gratuita para residentes y muy económica para visitantes, ver despedirse el sol en el Hostal La Torre o desde el agua a la altura de Ses Roques en Platges de Comte o disfrutar del espectáculo de cabaret del Lío al amparo de una buena mesa en Calma Ibiza o en Capuccino son algunos de los imprescindibles de los residentes de la isla.
En materia gastronómica hay muchos restaurantes de moda, algunos de lujo y para los bolsillos más pudientes y otros que atesoran años de historia y adaptados a todos los bolsillos, pero pocos son tan especiales como El Bigotes. El menú es siempre el mismo, “bullit de peix” con su arroz a banda, un plato típico en la isla y los pescados que llevará son un misterio, pues son los que se conseguirán esa misma mañana. Cada día a las 14:00 horas un número muy reducido de comensales se acerca a Cala Mastella, donde se encuentra este restaurante para disfrutar de sus delicias en un ambiente auténtico y totalmente marinero. El chiringuito de Sa Punta o el de Cala Tarida son también algunos de los rincones en los que degustar un plato de sardinas con aroma a mar no supera los 15 euros.
Recorrer el campo ibicenco es todo un regalo para los sentidos. Todavía quedan muchos lugares casi inexplorados donde el silencio es el protagonista. Una excursión muy recomendable es bajar un acantilado llamado por los ibicencos “Les Portes del Cel”, pero cuyo nombre oficial es Sa Penya Esbarrada, y que se encuentra en Santa Agnès de Corona. Se trata de un espectacular mirador precedido por un pequeño bar, donde podemos degustar su tradicional tortilla de patatas, sus pimientos asados o sus chuletillas de cordero antes o después de esta excursión que nos llevará a admirar unas vistas espectaculares de la costa isleña y de los islotes de Ses Margalides. Para los más aventureros también está el acantilado de Ses Balandres, un enclave idílico al que solo se puede acceder después de un largo paseo por el monte y en el que para acceder al agua es preciso bajar por un acantilado en el que los pescadores han instalado unas barandillas rústicas, alguna escalera y una cuerda. El último tramo no es apto para niños ni para personas con vértigo. Esta maravilla de la naturaleza también se encuentra en Santa Agnès de Corona.
Para tener una impresión de la vida campestre de la isla existen varias granjas y fincas donde disfrutar de este placer. La granja ecológica de Can Musson es un lugar perfecto para degustar un desayuno totalmente ecológico en su bar y después pasar a visitar y a dar de comer a los animales que alberga. Este lugar conserva el encanto de una finca payesa tradicional: austera y llena de vida. También existe la opción que ofrece Terra Masia Ibiza, la granja orgánica más grande de la isla. Este espacio ofrece todo tipo de actividades y de talleres para toda la familia, así como la posibilidad de recoger tus propias frutas y hortalizas, rodeados de naturaleza y de una cuidada decoración rural. En su restaurante sirven completos desayunos y periódicamente ofrecen cenas. La Casita Verde es la opción más económica y ecológica para conocer la otra Ibiza.
Por último y para los que no quieran perderse la experiencia beach club, de música y playa, pero quieran hacerlo de una forma un poco diferente y sobre todo, huyendo de las aglomeraciones, en la cala Sol d’en Serra, cerca de Cala Llonga, se encuentra el restaurante Amante, que además de ofrecer platos de comida mediterránea, suele organizar actividades como yoga y desayunos, además de noches de cine bajo las estrellas.