Visitamos a Elisa Pomar, quinta generación de una familia de joyeros de la isla de Ibiza que forman una parte imprescindible de la tradición y de la cultura ibicenca.
Los primeros recuerdos de Elisa son junto a su padre, un padre de familia trabajador y diseñador de joyas, a su vez hijo de un gran joyero, conocido como “el joyero del rey”. Así es como empieza el gran legado Pomar. Una firma que ha permanecido viva en el tiempo gracias al amor por el arte y por la tradición que han desarrollado de padres a hijos.
La responsable de que, a día de hoy, las piezas y creaciones de sus antecesores sigan dejando huella en Ibiza es ella: Elisa Pomar. Nos sentamos con la directora creativa de esta marca homónima, quien nos explica que, con tan solo 6 años, “me enamoré de aquellas joyas que salían de las manos de mi padre”. “Él me enseñó a amar el arte, a crear, a evolucionar, a vivir y a conocer y, sobre todo, a profundizar y a hacer bien las cosas”, nos detalla Elisa.
“Cuando realmente sentí la necesidad de crear fue en uno de los momentos más duros de mi vida: la muerte repentina de mi padre”. Aquello hizo que algo dentro de Elisa cambiara: “tuve un sentimiento muy fuerte de transformar toda la tristeza que había dentro de mí en algo muy bonito”. Así es como la diseñadora decidió perpetuar el legado familiar actualizando las piezas tradicionales relegadas a las fiestas patronales y a las balladas de los grupos folclóricos en algo nuevo, algo grande, para ella y para el patrimonio de Ibiza.
“Miro al pasado, pero con un espejo grande hacia el futuro”
“Tradición innovada” es el concepto que más brilla entre las vitrinas de su renovada tienda, que desde hace 35 años permanece en el barrio de La Marina, en Ibiza. “No se puede hacer lo que yo he hecho sin tener un profundo conocimiento de la historia de Ibiza y de los sentimientos de su gente, además de un honesto respeto”, adelanta la creadora. Tras la ausencia de su padre, Elisa quiso homenajear su apellido y enfocar la tradición hacia las nuevas generaciones: “crecer duele, pero hay que evolucionar todos los días, si uno no se adapta a los tiempos acaba muriendo, por eso siempre miro al pasado, pero con un espejo grande hacia el futuro”. Con estas herramientas aprendidas, Elisa vio la necesidad de cambiar las costumbres y las modas: “creo que la tradición hay que cambiarla y adaptarla, pero siempre con respeto, de esta manera los jóvenes también la sabrán apreciar y sentirla como algo suyo”.
Indagamos un poco más sobre las joyas que conforman sus colecciones y pronto entendemos por qué son únicas. “No me gusta compararme con nadie, siempre digo que he encontrado una felicidad artística que me llena, por eso diseño y trabajo en cualquier parte y momento del día”, sentencia la creadora.
El encuentro entre la tradición y la modernidad
Si hay alguna pieza por la que siente especial orgullo Elisa Pomar son sus pendientes XXL, concretamente les tiene un cariño especial a los pendientes inspirados en la cruz ibicenca: “me parece la joya más bonita del mundo”. En cuanto a la joya más querida por los ibicencos, Elisa Pomar desvela que “la cruz es lo que tiene más valor a nivel sentimental, pero lo primero que se compran los payeses es el cordoncillo, que realmente es lo que más se ve y lo que llena el pecho de la mujer”.
Así nos describe Elisa las piezas que acompañan el traje típico de ball pagès y no duda en explicarnos con pasión que “la emprendada es pura cultura ibicenca, está llena de historia, es la fusión de todos los pueblos que han formado parte de Ibiza y han dejado una huella artística muy profunda”. “Eso sí la “joya” es la parte imprescindible de la emprendada, que consiste en una cruz muy grande que forma parte de tres piezas: ave, cruz y corona, acompañadas de tres collares de rombos y de collares de ocho vueltas”, resume. El aderezo se coloca en la parte izquierda y es otra de las partes más importantes y con más significado para los payeses.
Un ejemplo del rasgo heredado por la tradición que triunfa con las grandes tendencias es llevar una variedad de anillos grandes: las sortijas en todos los dedos de la mano. “Son piezas únicas que representaban el estado económico o emocional de sus propietarias, las payesas llevaban tres anillos por cada dedo”, concluye Elisa.
Las colecciones de Elisa Pomar han enamorado al mundo entero y se han convertido en un imprescindible, tanto de los eventos que tienen lugar en la isla, como de los desfiles más relevantes del mundo que tienen lugar en Nueva York, París o Milán y donde se pueden ver las piezas de Elisa Pomar desfilar sobre la pasarela de los reconocidos Dolce & Gabbana.
Aún así, esta creadora digiere su éxito con sencillez y naturalidad, “me gusta mucho lo que hago y trabajo continuamente, tengo la gran suerte de vivir en Ibiza y de que otros diseñadores o rostros conocidos se hayan fijado en mi producto”. Aunque hay una cosa que sí tiene clara Elisa Pomar y es que por mucha demanda que pudiera tener, “yo nunca industrializaría mis joyas, no es lo mío, de hecho, no suelo hacer ninguna joya igual, quiero que mis piezas sean únicas, artesanales, producidas en Ibiza y hechas con todo el cariño que se merecen”.