Un paseo por Ibiza no se entendería sin prestar especial interés a los barrios de La Marina y del Puerto, aquellos donde hace décadas empezó a moldearse el mito de una isla que hoy representa una de las marcas más potentes del mundo y uno de los destinos más deseados del planeta. Su belleza, propia de las ciudades costeras de Mediterráneo, donde destacan las casitas blancas, las calles estrechas y los tejados gastados por el tiempo, tiene aroma, además, al salitre y al humo de antiguas chimeneas que, a su vez, acogen el barrio con más ambiente nocturno de toda la ciudad. Una estampa que se presenta casi como una ensoñación a los pies de las murallas renacentistas de Dalt Vila, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO hace ahora 20 años.
Las entradas al Puerto de Ibiza son múltiples, aunque la más común suele ser por la Calle Luis Tur y Palau, la más cercana al mar, que acoge numerosos pantalanes en los que no es extraño encontrarse con algunos de los personajes más famosos del mundo. Si accedemos desde Vara de Rey a este puerto, cuajado de grandes yates en verano pero donde también pueden cogerse barquitas para desplazarse a otros puntos de la ciudad o a Formentera, nos recibirá la estatua de homenaje a la cultura hippy que recrea una famosa fotografía de Toni Riera en la que se ve a un padre y a una hija.
A pocos metros se llega a una imponente fachada roja, el edificio del Bar Can Pou, que presume de ser el café más antiguo de toda la isla y que algunas noches de verano ofrece conciertos de música en vivo en su interior. Desde allí, se puede callejear descubriendo una amplia oferta de restaurantes, de comercios y de rincones variopintos cuajados de maravillosas tiendas, todos ellos muy recomendables.
De hecho, la gastronomía es uno de los puntos fuertes de este barrio, con una oferta muy variada y una gama de precios que va desde la sencillez de la que fue la primera pizzería de la ciudad hasta propuestas de cocina de vanguardia que incluyen mariscos y carnes de la isla de enorme calidad.
Una visita al Puerto exige dar, además, un paseo por la Calle de la Virgen, cuna de la comunidad LGTBI de Ibiza y que hoy acoge algunos de los bares y pubs más famosos de la ciudad, aunque también tiendas de diseño durante el día. Su ambiente abierto y cosmopolita es constante desde que anochece hasta altas horas de la madrugada y es muy común ver cómo pasan algunos de los bailarines y de las bailarinas que horas más tarde animarán la fiesta de las más importantes discotecas del mundo.
Finalmente os recomendamos dar un paseo por la Plaza de la Tertulia, en dirección a la Iglesia de San Telmo, la parroquia más marinera de la ciudad y que cada año por el 16 de julio celebra el día de la patrona de la gente del mar, la Virgen del Carmen, con una emotiva procesión por tierra y a bordo de un barco. La última parada será en la Plaza de la Constitución para abrir bien los ojos antes las privilegiadas vistas al Portal de Ses Taules, la entrada principal a la ciudadela amurallada de Dalt Vila, donde comienza otra historia.