Quienes han caminado por el Parque Natural de Ses Salines, que cuenta con 16.000 hectáreas, 13.000 de las cuales marinas, encuentran grandes tesoros de la naturaleza.
Ses Salines es, además, uno de los parques más importantes de todo el Mediterráneo, en el que se dan los diferentes ecosistemas de Ibiza y destaca la presencia de 210 especies de aves que pasan por esta zona durante todo el año. Mucho más que un par de playas, ya que esta zona aglutina las kilométricas praderas de posidonia oceánica, considerada el ser vivo más grande del mundo, y que dota al mar de Ibiza del característico color turquesa de sus aguas.
Emprender este paseo significa viajar por la riqueza de una de las costas más privilegiadas y protegidas del Mediterráneo. Los caminantes de esta ruta se dirigen a un punto en común: la Torre de Ses Portes, conocida desde 1750 por ser el punto estratégico de entrada y de salida de la isla. Una edificación tan cercana a Formentera, que desde sus muros se pueden ver unas vistas maravillosas de la zona del estrecho de Es Freus, del Faro de S’Espalmador y de la isla s’Illa d’es Penjats. Esta torre fue una de las pocas en estar equipadas con tres cañones con los que la isla se defendía de las embarcaciones enemigas y con los que protegían el comercio de la Ruta de la Sal y de la pesca de la zona. A la Torre de Ses Portes solo se puede acceder andando o por mar, un hecho que lo hace todavía más especial.
Siguiendo esta particular ruta, y si partimos desde la playa de Ses Salines, encontramos un conjunto de calas milenarias y diminutas, como Cala Pluma, que cobraron vida gracias al paso de pescadores, salineros y navegantes durante miles de años y que contienen verdaderas obras de arte de rocas talladas que parecen haber resurgido de las ruinas de algún templo o cultura indígena.
El final de este recorrido nos lleva hasta el último punto de este acantilado que roza la punta más extrema de Ibiza. Nos encontramos aquí con la Torre de Ses Portes y con un pequeño embarcadero bajo el acantilado. Un enclave que culmina esta ruta de calas y zonas rocosas y donde empieza un camino por arena fina, cálida y amparado por la sombra de las sabinas. Es precisamente aquí donde convergen dos de las playas más famosas de Ibiza: Ses Salines y Es Cavallet.
Es Cavallet fue la primera playa nudista del país y hoy continúa acogiendo el poso de libertad que sacudió a una España que miraba hacia otro lado durante la dictadura y se abría a un incipiente turismo. Un arenal extenso de unos mil metros de longitud y cuarenta metros de anchura que se desmiembra a modo de jungla entre sus dunas salvajes y protegidas. Un paseo, sin duda, para no olvidar.