Ibiza esconde un mundo maravilloso y desconocido bajo sus costas que puede descubrirse buceando. Sumergirse en sus aguas y conocer la riqueza de esta parte del Mediterráneo es una de las experiencias más enriquecedoras de la isla, que puede disfrutarse, además, durante gran parte del año. Una razón de peso para visitar Ibiza.
Este deporte está recomendado a personas de todas las edades, con curiosidad y con ganas de investigar la fauna y la flora marinas de Ibiza, navegar por sus calas, poner la mente en blanco, coger aire y dejarse llevar por las sensaciones que despierta a los amantes del buceo. Quien bucea en Ibiza se queda maravillado con la claridad y la transparencia de las aguas que rodean la isla, todo ello debido a la presencia de las enormes praderas de Posidonia Oceanica que purifican las aguas a su alrededor.
Os proponemos dos opciones de rutas subacuáticas para que, tanto principiantes como expertos, se embarquen en esta aventura por la isla. Eso sí, ¡siempre acompañados!
Ruta de los Cañones d’es Vedranell, apta para principiantes
Se trata de una ruta por las profundidades de las aguas que rodean el islote de Es Vedranell, ubicado en el suroeste de Ibiza y perteneciente al municipio de Sant Josep de Sa Talaia. Se trata de un peñón de pequeño tamaño, deshabitado y protegido, que forma parte de uno de los mayores reclamos turísticos de Ibiza: Es Vedrà. La unión de estos dos islotes pertenece a la Reserva Natural que forman la gran mayoría de islotes situados en la costa occidental de Ibiza, Reserva natural des Vedrà, es Vedranell i els illots de Ponent, y que pueden contemplarse también durante este recorrido en barco.
Buceadores de todos los niveles podrán poner rumbo a esta ruta de fácil acceso, que empezará con una salida en barco desde Cala d’Hort. Mientras navegamos rumbo al emblemático Es Vedranell, un islote en forma de herradura, vislumbraremos el impresionante y famoso Es Vedrà, con aspecto de volcán, que cuenta con unos indescriptibles acantilados que llegan a los 382 metros de altura y que forman la arquitectura perfecta de este lugar legendario, que ha inspirado ya varias novelas, historias y leyendas.
Al llegar a Es Vedranell, fondearemos en su parte norte y nos zambulliremos en el fondo donde encontraremos cañones en forma de “agujas”, que a modo de pasadizos transcurren paralelamente por los senderos subacuáticos que conducen a Es Vedrà.
Acompañados de una brújula, el objetivo es recorrer estos cañones, descendiendo por la cara norte, con rumbo suroeste. En la primera fase, a unos 8 metros bajo la superficie, se llega a una roca cuajada de posidonia por la que trascurre el recorrido hasta alcanzar los 26 metros bajo la superficie. Enseguida, encontramos el primer cañón que se estima que alcance los 3 metros de anchura y con aspecto de pasadizo tapizado y colorido.
Siguiendo nuestro rumbo, dejaremos la pared a la derecha y encontraremos de inmediato el segundo cañón, a la misma profundad que el primero y con forma de piedra redonda. Para llegar al tercer cañón, deberemos poner rumbo al sur e invertir el rumbo, hasta encontrarnos a 12 metros de profundidad. En este punto es impresionante la gran variedad de especies submarinas que encontraremos mientras buceamos entre sus paredes.
Una vez finalizado el recorrido, ascenderemos a la superficie y volveremos a la embarcación, para terminar nuestro viaje y encontrar la paz y la tranquilidad que se respira en las playas de esta zona, como las playas de Cala d’Hort o Cala Carbó.
Ruta de Ses Margalides, nivel medio, para buceadores más experimentados
Esta ruta submarina, ubicada en la costa oeste de Ibiza, frente a las conocidas “Portes del Cel”, es un sendero destinado a los verdaderos amantes del buceo, que llega hasta los 60 metros de profundidad.
Cuevas, pasadizos, barcos naufragados, deslumbrantes efectos de luz y otras maravillas de la naturaleza, caracterizan esta inmersión conocida como “Ses Margalides”. Dos rocas que emergen a medio kilómetro de la costa, entre Cap Negret y la Punta del Caire des Castellar. La roca más grande, “Ses Balandres”, tiene forma de herradura y su parte central forma un arco natural por el que pasan pequeñas embarcaciones. La roca menor está situada al oeste del anterior, a unos 14 metros, y se la conoce como “Picatxo”.
Para embarcarse en esta experiencia es imprescindible acceder con una embarcación, anclarse a una de las boyas sumergidas que se encuentran en el brazo norte de “Ses Balandres”, hacerse con una linterna y contar con el equipo completo de buceo.
Una vez allí, los buceadores se deberán preparar para descender por una pared vertical que llegará hasta los 25 metros bajo el agua. En este punto empieza una pendiente pronunciada y de aspecto rocoso, de 40 metros de profundidad, hasta la que solo podrán llegar los amantes del buceo más preparados, y donde los tonos azules trasladan a otra realidad. Se trata de un punto de una belleza indescriptible en la que los rayos del sol se atenúan a medida que descendemos.
Gracias a las grandes grietas que caracterizan las paredes rocosas de su fondo, los visitantes podrán descubrir una variedad de fauna y de flora únicas de la zona, como los bancos de espetones y las pequeñas barreras de coral. Otras especies como diferentes tipos de esponjas, el coral rojo, las langostas y los erizos se podrán observar en esta ruta a medida que descendemos.
Ascendiendo por el brazo norte de la isla mayor, localizaremos un túnel submarino de 25 metros de anchura, recubierto en su totalidad por un manto de anémonas incrustantes amarillas que componen el camino perfecto hasta llegar a una bóveda superior. Ubicada a tan solo 3 metros de la superficie, dicha bóveda corona este encuentro iluminando con su peculiar luz natural los últimos instantes de esta inmersión, antes de alcanzar la superficie.
Para disfrutar de este maravilloso paisaje, es necesario una preparación previa por parte de sus visitantes.
Si no eres un experto de este deporte, es recomendable que acudas acompañado de profesionales, mientras que en el caso de que ya seas un buceador experto, podrás vivir en primera persona esta ruta sin monitores, pero, eso sí, siempre con al menos un acompañante.