Cuando veas una imponente escultura de madera autóctona de Ibiza y que es una indudable representación particular de la naturaleza Mediterránea estás, seguramente, ante una obra del conocido escultor ibicenco Antonio Hormigo Escandell. Considerado como uno de los escultores más destacados de Ibiza del siglo XX, Antonio Hormigo Escandell procede de una familia de artistas en la que él en especial, pero también otros miembros de su familia, han dejado un importante legado de obras en este rincón del Mediterráneo.
Ibiza es un lugar de artistas en el que sus colores y su luz invitan a ser el refugio para muchos creadores que encuentran en la isla blanca su fuente de inspiración. Los Hormigo proceden de Extremadura, de una estirpe de curtidores de piel donde Damasco Hormigo fue el primero en desembarcar en Ibiza en 1880, destinado a la isla como carabinero. Más adelante, se casó con una ibicenca, Eulalia Josefa, y tuvieron cuatro hijos entre los que está Antonio Hormigo Josefa quien, ibicenco de nacimiento, eligió ser también carabinero como su padre, pero tras ser expulsado del cuerpo, después de la guerra civil, comenzó a elaborar piezas de artesanía tallando madera. Durante sus seis años en prisión, Antonio recurrió a los trabajos de artesanía para hacer su condena más llevadera y, cuando volvió a la isla, comenzó a vender figuritas de adelfa y sabina como bastones, brazaletes o fustas de montar a caballo. A partir de 1945, Antonio abrió una tienda donde empezó a tener más clientes con la llegada de los turistas y comenzó a crear figuras mitológicas, marinas o botánicas con madera de almendro, enebro u olivo.
Los hijos de Antonio aprendieron desde pequeños el arte de su padre, bajo este universo de auténtica artesanía y de trabajo manual: Leonardo Hormigo, quien terminó dedicándose exclusivamente a realizar las policromías que adornaban las piezas, y su segundo hijo Antonio Hormigo Escandell, que se convirtió en uno de los escultores más importantes de la historia de Ibiza.
Antonio Hormigo Escandell
Antonio Hormigo Escandell, el segundo hijo del carabinero reconvertido en artesano, se acabaría consolidando como el más importante escultor de la historia de Ibiza. Antonio Hormigo comenzó sus primeros pinitos siendo muy pequeño e imitando el trabajo que realizaba su padre, pero él lo hacía con una simple navaja y tallando pequeños trozos de adelfa. Cuando llegó a la edad adulta, y tras probar en varios negocios, Antonio apostó de lleno por la escultura y comenzó su andadura yendo a las serrerías en busca de troncos enteros para tallar esculturas de gran tamaño que asombraban a todos.
En los años sesenta empezó a participar en exposiciones que tenían lugar en diversas galerías de la isla y, poco a poco, fue forjando su carrera y haciéndose un nombre entre los entendidos del arte, más adelante comenzó a viajar y a formar parte de exposiciones en enclaves como Barcelona o Noruega. Una de sus obras más destacadas en la isla es la que hizo en 1977 de ‘Es Verro’, el monumento al payés ibicenco tallado en un bloque de piedra de 2,5 toneladas y 2,4 metros de altura que se encuentra en el municipio de Sant Antoni de Portmany.
Pedro Juan Hormigo
Antonio Hormigo Escandell falleció en 2019 y sin embargo la saga de artistas continua en la familia ya que, curiosamente, el sobrino del escultor Antonio Hormigo Escandell, Pedro Juan Hormigo, es uno de los escultores de fundición más importantes que existe en Ibiza y ha dado vida a piezas que ya son parte esencial del patrimonio isleño. Una de sus obras más conocidas es la estatua del salinero realizada en bronce, ubicada junto a la iglesia de Sant Francesc en el Parque Natural de ses Salines.