En el corazón de la isla se encuentra el pequeño y acogedor pueblo de Sant Rafel, conocido por sus restaurantes, su iglesia encalada y por ser Zona de Interés Artesanal. Hace años este pueblo era un lugar de paso concurrido que llegó a albergar hasta seis talleres de cerámica artesanal. Hoy en día sólo quedan dos de ellos, pero su visita es más que recomendable para conocer esta tradición tan arraigada entre sus habitantes.
El uruguayo Carlos Icardi empezó su oficio de ceramista en 1977 y, años más tarde, abrió su taller «Cerámicas Icardi» en Can Ferreret, una bonita finca situada en la carretera vieja de Sant Antoni. Desde entonces elabora artesanalmente sus piezas experimentando con diversos materiales como arcillas y esmaltes y técnicas muy variadas, entre las que destacan piezas esmaltadas, engobes esgrafiados, placas, jarrones, bustos fenicios y máscaras Rakú, realizadas con esta técnica tradicional oriental.
Su tienda está abierta durante todo el año y en el horno sus piezas se cuecen a fuego lento, sin prisa pero sin pausa. A Carlos le gusta mostrar su trabajo artesanal con el torno mediante exhibiciones de cara al público, como las que realiza todos los jueves por la tarde de verano en la feria artesanal de Sant Rafel.
Carme Corominas heredó el taller de cerámica «Can Kinoto» de su marido, a principios de los 80, hasta convertirse de forma autodidacta en maestra artesana decoradora. Decora sus piezas a mano con una precisión admirable y de forma totalmente personalizada, por lo que cada objeto es único e irrepetible.
En su tienda-taller destacan sus coloridos motivos decorativos, con dibujos étnicos y de inspiración púnica, así como las pinturas y bisutería cerámica. La lagartija, la diosa Tanit y las figuras de los tradicionales payeses ibicencos son parte de la marca de la casa.
En estos dos talleres se preservan los métodos tradicionales que fueron introducidos en la isla por los fenicios y romanos, pero dejando siempre espacio para nuevas técnicas e ideas. Sus piezas no sólo son un buen recuerdo para llevarse a casa, en cada una de ellas también se imprime el auténtico espíritu artístico que aún se mantiene tan vivo en la isla gracias a artesanos como Carlos y Carme.