Una de las imágenes más emblemáticas de Ibiza es el islote de Es Vedrà, que es el protagonista de multitud de catálogos promocionales de la isla. Son muchos los turistas que se han acercado a Cala d’Hort para fotografiarse con la majestuosa roca pero son pocos los que la han visto de cerca, han descubierto su riqueza natural y menos aún los que han conseguido tocarla, ni que sea con la punta del dedo. Una de las mejores formas de poderlo hacer es embarcando en una de las rutas marítimas que se organizan durante todo el año a las reservas naturales de Es Vedrà, Es Vedranell y los islotes de Poniente.
Esta zona forma un espacio natural protegido como ZEPA (Zona Especial de Protección de las Aves), además de ser ANEI (Área Natural de Especial Interés). Los islotes se concentran en dos agrupaciones. Por un lado, el conjunto formado por Es Vedrà y Es Vedranell, y, por otro, los islotes de Poniente, es decir, Sa Conillera, S’illa des Bosc, S’Espartar y Ses Bledes; la Gorra, el Vaixell, Es Bosc y los escollos de Ramon y la Plana. Todos ellos representan auténticos valores naturales donde conviven aves marinas, lagartijas e invertebrados endémicos, además de una flora de gran riqueza.
Desde un pequeño embarcadero de Platges de Comte zarpan los barcos hacia Sa Conillera, una de las rocas más grandes de los islotes de Poniente. Son 105 hectáreas de tierra que, a pesar de su nombre, no está habitada por conejos (su nombre viene de cunicularia, isla de cuevas) sino principalmente lagartijas. De allí se sigue navegando hasta Ses Bledes, formado por tres pequeños islotes que acogen dos subespecies de lagartijas negras así como a los primeros mamíferos que hubo antes de la llegada de los seres humanos: los murciélagos. S’Espartar es el siguiente islote que se puede visitar. Su nombre proviene de su esparto, de tan buena calidad que ha sido utilizado durante mucho tiempo para hacer las tradicionales alpargatas.
Los islotes más lejanos de la ruta son Es Vedrà y Es Vedranell. Es Vedrà tiene una altura de 382 metros, convirtiéndose en una de las cimas más alta de Ibiza después de Sa Talaia (474 metros). Entre la fauna más característica encontramos aves marinas como la gaviota de pico rojo o el halcón marino, que cría entre los abruptos acantilados. También habita la lagartija de Es Vedrà de un verde muy brillante. Si el estado de la mar lo permite, los barcos pueden acercarse hasta la zona de Sa Bestorre para que los visitantes puedan tocar el islote. Para muchos este peñón está lleno de magia y hasta se le atribuyen poderes curativos. Por este motivo no es de extrañar que, tras la prohibición de fondear y pisar el islote, para muchos sea un momento casi místico poderlo tocar aunque sea solo con la punta del dedo desde el mismo barco.
Entre las especies marinas más características de esta zona encontramos los delfines, las tortugas y una rica variedad de peces hermafroditas, pero una de las joyas de la flora sumergida es la posidonia oceánica, catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Desde la parte acristalada de la bodega del barco se pueden contemplar las verdes praderas que bailan, acompasadas, sobre el fondo del mar.