Hay un lugar en la isla de Ibiza donde la temperatura ambiental se mantiene durante todo el año a 20ºC. Se trata del interior de la Cueva de Can Marçà, en la bahía del Port de Sant Miquel. La cueva está situada en un entorno natural incomparable, con vistas a las islas Murada y Ferradura, la cala des Multons y la Torre des Molar. Aunque hay más cuevas naturales en la isla, esta es la más importante y la única acondicionada para las visitas turísticas. A 13 metros sobre el nivel del mar, la cueva tiene más de 100.000 años y se formó por fallas telúricas. Hoy en día se encuentra prácticamente fosilizada y la humedad se mantiene gracias a una canalización de agua artificial, pero en sus galerías más profundas el goteo del agua continúa formando estalactitas.
Can Marçà fue descubierta hace un siglo por grupos de contrabandistas que buscaban un sitio para esconder mercancías como el tabaco, café o alcohol, que izaban desde el mar hacia una abertura en la roca de sólo 40 centímetros de ancho. En el interior aún son visibles marcas de pintura negra y roja para señalar el camino de entrada y de salida en caso de huída de emergencia. El pintor impresionista Joaquín Sorolla inmortalizó este episodio de la historia ibicenca con el famoso cuadro «Los contrabandistas», pintado en la isla en 1919 para ilustrar el trajín de estos grupos de estraperlistas, muchas veces formados por pescadores.
Las caprichosas formas geológicas quedan patentes en la riqueza del curso de aguas subterráneas, ya casi desaparecidas. Los geólogos han sabido reproducir el estado de la cueva recuperando artificialmente las cascadas y lagos que existieron en tiempos remotos. Las estalactitas y estalagmitas crecen en formas de lo más curiosas. Se distinguen claramente budas, cortinas y órganos de misa entre las húmedas paredes. Las estalactitas crecen 1 centímetro cada 100 años pero se calcula que, por culpa de la falta de humedad, dentro de 1.000 años ya no quedará ninguna.
Una de las joyas de Can Marçà es la que fue la cascada más grande la cueva, con una espectacular recreación con efectos de agua, luz y sonido. Otra de sus bellezas es el denominado Lago de los Deseos, una formación de pequeños lagos llamados ‘gurs’ a los que se ha añadido flúor al agua para crear un efecto verde fluorescente que parece trasladarnos a otro planeta. Su nombre proviene de la tradición de los visitantes de lanzar monedas al lago como símbolo de suerte, por si a alguien le apetece probar suerte…