¿Cómo era la vida en el campo ibicenco hace décadas? La respuesta está en Santa Eulària, concretamente en la cima de Puig de Missa, donde se encuentra la finca de Can Ros, actual sede del Museo de Etnografía de Ibiza. Esta preciosa casa restaurada ofrece una visión histórico-etnográfica de la cultura, la economía tradicional y las costumbres del ámbito rural pitiuso a través de una buena representación de elementos de la vida en el campo como joyas e indumentaria, utensilios de cocina y labranza, una almazara y una bodega.
Los payeses eran gente humilde, pero en días de fiesta vestían como auténticos reyes. Las «emprendades»[1] y vestimentas, principalmente la «gonella», traje típico del siglo XVIII, son auténticos tesoros que han perdurado hasta hoy en día. Las joyas representan el complemento más representativo y vistoso de la indumentaria pitiusa. Las «emprendades», que pueden ser de plata y coral, las más antiguas, o de oro, eran un reflejo del nivel económico familiar y se entregaban como parte de la herencia de madres a hijas, evitando así la fragmentación de las fincas. Se lucían en días señalados sobre vestidos blancos o coloridos e incorporaban imágenes religiosas como coronas, santos, cruces o la Virgen. La joyería ibicenca tradicional se complementaba con botones, pendientes y anillos, que entregaban los hombres a sus amadas en señal de compromiso. Ellos tampoco se libraban de lucir sus joyas, en forma de botonada de plata que se colocaba encima del «justet» (armilla) y rosarios en el cuello. El vestuario se complementaba con los pañuelos, sombreros, gorras y alpargatas.
En muchas de las casas payesas no faltaba el vino y el aceite. En Can Ros se puede visitar el «trull» (almazara), que no era el originario de la casa sino que estaba situado en Can Trull de S’Alcudia de Sant Miquel. Otro de los principales instrumentos de la economía doméstica es la bodega. Se trata de uno de los elementos estructurales originales más interesantes de la finca. La elaboración artesanal del vino era una ardua tarea que se realizaba mediante el «fonyador», el «cubell», el «premsó» y la «bóta». El vino nunca faltaba en las mesas de las casas payesas ni tampoco en las fiestas y actos públicos.
Cerca del museo se ubica la iglesia de Puig de Missa (siglo XVII), otra de las joyas de la arquitectura ibicenca. Se construyó fortificada y con cañones para proteger a los molineros y hortelanos del valle de los ataques turcos. El pueblo nació alrededor de esta iglesia así como de la torre de defensa anexa. Desde la cuna del municipio, se puede saborear, a vista de pájaro, la verde huerta de la villa del río.
[1] Joyas típicas