Sa Caleta es un pequeño puerto pesquero situado en la costa suroeste de la isla, entre Es Codolar y el Puig des Jondal. Este lugar es de visita obligada para conocer el nacimiento de la ciudad de Ibiza, ya que aquí se establecieron los primeros fenicios a lo largo del siglo VII a.C. antes de trasladarse a la gran ciudad.
De la playa de Es Bol Nou nace un sendero que lleva hasta este gran establecimiento fenicio ubicado al borde de un acantilado y con impresionantes vistas de Ses Salines que fue descubierto en la década de los 80 y 90. En la entrada hay un plano con la distribución del poblado, constituido por una trama urbana formada por barrios, con edificios, callejuelas y placitas. Se deduce que los fenicios que se instalaron aquí procedían de la costa ibérica y que, poco a poco, convirtieron este espacio en un verdadero núcleo urbano a lo largo del siglo VII a.C. hasta el 600 a.C., cuando el poblado fue abandonado y los fenicios se instalaron definitivamente en la bahía de Vila, donde se fundó la ciudad de Ibiza.
En el barrio sur, el único visitable y protegido por una verja, se pueden ver los restos arqueológicos de un horno comunal de pan, un taller de fundido de hierro y diferentes edificios con estancias. También destacan los molinos de piedra arenosa para moler el grano.
El asentamiento ofrece una clara visión de la tipología de casas fenicias occidentales, que crecen sin orden por yuxtaposición y sin una planta prefijada. Se cree que entre las principales actividades económicas que se llevaban a cabo en Sa Caleta está la producción metalurgia así como la producción de hierro mediante hornos específicos. Otro de los sustentos económicos era la explotación salinera de los estanques que se encuentran cerca de la zona.
Por su situación estratégica, hasta hace unos años este lugar tuvo un uso militar y aún se conservan los restos de un cuartel, un túnel horadado en el acantilado de la playa y varios túneles antiaéreos.
La declaración de este espacio como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 refleja la gran importancia del poblado como precursor de la ciudad moderna. De los fenicios debemos mucho, como el urbanismo, la cerámica de torno, la metalurgia del hierro o la escritura, pero también el crecimiento de la ciudad y, no menos importante, que la isla entrara en las páginas de la historia moderna.