La llegada de los viajeros de todo el mundo y la encrucijada de culturas que hoy representa la isla no ha restado fuerza a las tradiciones, sino que las ha potenciado y revalorizado. El ibicenco se refugia en su identidad y su cultura y disfruta compartiéndola. Las iglesias, los pozos o las casas diseminadas por todo el territorio constituyen un ejemplo de sabiduría popular y capacidad de adaptación al terreno.
Los ibicencos crearon un modelo propio de casa, la casa payesa, que pervive frente a los efectos de la modernidad. Son construcciones centenarias, que constituyen el origen de costumbres muy arraigadas, como son las reuniones en el tradicional “porxo” o porche, o utilizar las antiguas almazaras para hacer aceite. El paisaje ibicenco está salpicada de estas bellas viviendas encaladas, formadas por cubos de distintas dimensiones, que crecen con nuevos espacios según aumenta la familias y siempre están orientadas hacia el sol. Aún hoy, el apodo ibicenco es el nombre que lleva su casa, que importa más que los propios apellidos. Las antiguas casas payesas se transmiten de generación en generación y se intentan reformar manteniendo el respeto a la arquitectura tradicional.
En Ibiza, los artesanos encuentran a quién legar su sabiduría y las canciones populares pasan de abuelos a nietos. De la misma forma, el “ball pagès”, la danza tradicional de la isla, evoca la Ibiza de hace cientos o tal vez miles de años. Podrán ver “ball pagès” en las plazas de las iglesias cualquier día de fiesta o en los antiguos pozos comunales, lo que pone de manifiesto la importancia que tiene para el ibicenco mantener vivas sus costumbres.
La investigación histórica ha permitido documentar que estos bailes, con una coreografía que repite los círculos y la figura del número ocho, son ancestrales. Llaman la atención la importancia de la mujer en el baile, sus trajes (los más antiguos datan del siglo XVIII) y el valor de sus joyas: “las emprendades”, de oro, plata y coral, constituyen auténticas obras de arte. Junto a la peculiaridad del papel del hombre y la mujer en esta danza tradicional y a la belleza de sus respectivos atuendos, también llaman la atención los instrumentos y, sobre todo, el hecho de que muchos niños y jóvenes ibicencos mantienen estas danzas en las que se pone en valor la tradición y la cultura de la isla.
En el ball pagés el hombre invita a bailar a la mujer con un golpe fuerte de castañuelas. Esta danza ibicenca resulta tan diferente a otras tradiciones mediterráneas, incluyendo las islas mayores del arichipiélago balear, que parece transmitir pinceladas inalteradas de la Ibiza de hace tal vez miles de años.
Dónde ver “ball pagès”:
- Todos los viernes de los meses de verano, a las 21 horas, en el Baluarte de Sant Pere (Dalt Vila).
- Todos los jueves de los meses de verano, a las 18 horas, en el Patio de la Iglesia de Sant Miquel.
- En todas las iglesias de los pueblos en las fiestas patronales.
- En los bailes en los pozos que se celebran a lo largo del verano.
Además:
- En la fiesta de Navidad, en concreto en Nochebuena, se siguen celebrando las conocidas “Caramelles de Nadal”, conciertos de música tradicional que recorren las iglesias de la isla; también durante la Semana Santa y se llaman “Caramelles de Pasqua”.