Cualquier día soleado es estupendo para salir a pasear por la playa de Ses Salines, un torbellino de bañistas en verano, pero un refugio de tranquilidad fuera de la temporada estival. Si se bordea su litoral se puede llegar a pie hasta la Torre de Ses Portes en un agradable paseo.
Las rocas se abren en pequeñas y resguardadas calitas de arena, y las piedras areniscas que hay en estas calas han servido de moldes para auténticos grabados realizados por artistas anónimos. Uno de los monolitos más espectaculares está minuciosamente tallado con varios dibujos étnicos y tribales, entre los que se distinguen figuras humanas, esqueletos y un grabado de estilo maya.
Si se sigue el camino bordeando la costa se llega hasta la Torre de Ses Portes, construcción defensiva del s.XVI donde la vista alcanza hacia el horizonte el paso de Es Freus y los islotes de S’Espalmador, S’Espardell, Es Penjats, S’illa des Porcs, S’illa de Sa Torreta, S’illa de Casteví, En Cargoler y Ses Illes Negres. Se trata de una zona de gran valor biológico y ecológico, con especies endémicas como lagartijas y aves marinas como la gaviota de Audouin y la pardela balear.
A nuestra espalda, se divisa a lo lejos la extensa bahía de Platja d’en Bossa y la ciudad de Ibiza. Un rincón más de esta inabarcable isla para guardar en la retina.