Sant Agustí es uno de los pueblos mejor conservados de la isla. Ningún elemento parece romper con la sencilla y bella arquitectura de la pequeña aldea, con la su casa parroquial, situada en la parte trasera de la iglesia, la torre de piedra que hay al fondo y las casas payesas que rodean la plaza. Desde la colina se divisan los campos del entorno, famosos por albergar vides que producen un vino tinto casero y afrutado, de excelente calidad. En las proximidades existen, además, numerosas playas vírgenes, como Platges de Comte o Cala Bassa.
La iglesia, de pequeñas dimensiones y aspecto sencillo, se bendijo en 1806 y presenta una curiosidad: es la única orientada hacia el Oeste, en lugar de hacia el Sur. La causa es que dos familias de disputaron el honor de que la iglesia fuera levantada en su terreno. Al final, se tomó la decisión salomónica de construir el templo en la frontera de los dos terrenos, mirando de frente a los hogares de los propietarios del suelo.