Uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional ibicenca puede contemplarse en el viejo poblado de Balàfia. Está situado a pocos metros del pueblo de Sant Llorenç y puede llegarse hasta él andando en pocos minutos. El conjunto está constituido por cinco casas payesas y dos torres defensivas, que conforman una zona de gran interés arqueológico. Algunas torres y casas tienen cruces blancas pintadas en la fachada, un ritual que supuestamente protegía a estos hogares de cualquier asalto.
Sant Llorenç es un pequeño pueblo con mucha historia, rodeado de campo y bañado por una maravillosa luz. Como en todos los pueblos, todo gira en torno a la iglesia, que se caracteriza por tener un solo arco a la entrada, al igual que el cercano templo de Santa Gertrudis. El campanario, situado hoy en el centro de la fachada, estaba colocado en uno de los extremos. Sin embargo, en una reforma emprendida en el siglo XIX, se trasladó a su emplazamiento actual.
En el pueblo hay un bar y, junto a la iglesia, un parque que dispone de un merenderero al aire libre.