Ibiza goza de una arquitectura pura, sin concesiones y funcional, dando respuesta a unas necesidades concretas, resultado de años de equilibrio entre el hombre y la naturaleza a través de un método que se mantiene a día de hoy con la sobriedad y la sencillez como características principales y el blanco impoluto como color de fondo.
La arquitectura ibicenca ha sido parte de la base de inspiración para grandes arquitectos que eligieron Ibiza como residencia. De hecho, a finales de la década de los años 20 los dadaístas alemanes y los seguidores de la Bauhaus emplazaron a Le Corbusier, uno de los grandes exponentes de la arquitectura moderna, a visitar la isla para que observara sus casas singulares.
El ibicenco primitivo tenía ya una idea muy avanzada de la arquitectura moderna, construida a base de módulos de cal y piedra que crecía con nuevos espacios según aumentaba la familia. De esta manera se conseguía una casa muy funcional, estéticamente muy bella y de un concepto extremadamente moderno para la época que encajaba con precisión en un modo de vida paralelo e independiente a las intromisiones que comportaba el boom turístico.
Cuando los catalanes expulsan de la isla a los musulmanes de Madina Yabisa, Ibiza se convierte en objetivo de jabeques turcos y berberiscos y los saqueos son constantes. Comienzan a erigirse las murallas de Ibiza y se construyen torres de defensa a lo largo de la costa desde las que controlar el mar ante ataques piratas. Algunas servían de refugio aunque la mayoría de la población se protegía en el interior de las iglesias.
Las iglesias de Ibiza son únicas en el mundo precisamente porque fueron concebidas como fortalezas. Se construyeron entre los siglos XIV y XVIII y son extraordinarios ejemplos de sencillez que conjugan con maestría las formas de las capillas, naves, presbiterios, campanarios, muros y pórticos. Todas las iglesias, excepto algunas de las construidas en el siglo XX, están cuidadosamente encaladas y presentan fachadas muy sencillas con pocos o ningún adorno, normalmente su única decoración externa son las tres cruces del calvario a un lado de la entrada.
Todas las iglesias están situadas en el centro de cada localidad y presiden la vida cotidiana de cada pueblo: son el lugar de reunión de muchos de sus habitantes y también el escenario de reuniones, fiestas patronales y conciertos al aire libre. Las iglesias forman parte de la rica herencia cultural y el original patrimonio arquitectónico de los ibicencos.